Reconozcámoslo, el programa MasterChef en todas sus variantes ha hecho un gran trabajo para la profesión de cocinero. Aún no siendo el único responsable del auge de este oficio, ha contribuido indudablemente al aumento de su popularidad.
Hemos pasado de un oficio menor, no demasiado bien visto, a la proliferación de alumnos en FP de ayudantes de cocina, grados medios de cocina y gastronomía, grados superiores de dirección de cocina e incluso grados universitarios en ciencias culinarias y máster en gastronomía y dirección de cocina.
Desde la perspectiva de otros gremios, como el de instalación y mantenimiento de equipos electromecánicos, produce envidia sana ver cómo un oficio fundamentalmente manual de toda la vida ha conseguido semejante prestigio social.
Las claves de este cambio no hay que buscarlas únicamente en un programa de televisión, sino en la misma naturaleza manual que el programa sabe mostrar en toda su plenitud. Desarrollarse profesionalmente en un oficio que satisface una necesidad básica del ser humano como es la comida, en la que tocas la materia prima y mediante un proceso de transformación la conviertes en algo que despierta los sentidos y produce además momentos de placer, tiene un atractivo indudable para los jóvenes, cansados de tanta virtualidad y digitalización.
Además han contribuido mucho los valores que se asocian a este oficio. La humildad, el esfuerzo, la disciplina, el trabajo en equipo, el orden y la limpieza, junto a la innovación y la creatividad acompañan el desarrollo de esta actividad, como se encargan de resaltar, a veces de forma excesiva (la audiencia manda), los miembros del jurado.
Más allá de los focos y la farándula, porque no es oro todo lo que reluce, debemos quedarnos con estos dos aspectos, la naturaleza manual y los valores para llevarlos a los centros de enseñanza secundaria y a los candidatos a la formación profesional de ámbito industrial.
Como ya quedó de manifiesto en la última jornada de pymes ascensoristas de Granada, y se hacen eco los medios de comunicación, es preocupante la escasez de personal cualificado para realizar las actividades de instalación y mantenimiento de equipos como ascensores, aires acondicionados, instalaciones frigoríficas… Las oportunidades de trabajo están ahí, pero faltan alumnos con estudios cualificados.
Las profesiones de “moda”, la sacralización de lo digital y de lo virtual, el atractivo de las máquinas inteligentes… nos hacen olvidar que nuestras ciudades funcionan porque hay profesionales vestidos con mono y armados con herramientas que recorren las calles, realizando mantenimientos preventivos, arreglando averías, rescatando a personas atrapadas en un ascensor… Y por muchos años, si no décadas, seguirá siendo así.
Es cierto que entre sus herramientas, los técnicos llevan ahora consolas electrónicas y se van equipando también de dispositivos electrónicos que les permitirán ser más eficientes en su importante labor. La evolución del mecánico como mero engrasador a técnico con conocimientos avanzados mecánicos, electrónicos y eléctricos es una realidad.
Pero cuando falle una herramienta, la intuición y la experiencia que aporta el profesional con sólidos conocimientos seguirán siendo necesarias. Las máquinas comienzan a hablar entre sí, pero el buen técnico también entiende el lenguaje de las máquinas y sabe y debe intervenir cuando se necesita.
Cada empresa debe prestigiar el oficio de sus técnicos, pero en la competencia entre profesiones es necesario que la industria en su conjunto con asociaciones empresariales, sindicatos, organizaciones profesionales, centros de formación y autoridades públicas aúnen esfuerzos para hacer que los estudios de formación industrial tengan el lugar que tuvieron y que se merecen.
Reivindicar los valores del buen oficio y la importancia de la actividad manual industrial combinada con la innovación es parte de esta tarea.
La semana próxima, en un antiguo lagar en el centro de Logroño, las pymes ascensoristas, convocadas por Fepyma, se reunirán con otros colectivos para hablar de estos temas y para poner en valor el buen oficio que ofrecen las empresas locales. Como entidad de formación especializada, Docensas es de nuevo patrocinador de estas jornadas y participaremos activamente en los debates.
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