El ascensor o la tragedia de los comunes

En la mayoría de los edificios, sobre el ascensor, al igual que sobre el resto de elementos comunes, existe un derecho de copropiedad por parte de los propietarios de los pisos. Todos pueden disfrutar de ellos y todos tienen la obligación de cuidarlos.

Por esa misma razón, los elementos comunes son también una fuente de conflictos entre los intereses individuales y los intereses de la comunidad, que bien podrían ser un ejemplo de la tragedia de los (bienes) comunes.

En efecto, cuando el ascensor no es de nadie en concreto, sino de una comunidad, existe el peligro de descuidarlo. Unas veces por dejadez, otras por negligencia o por ahorro económico, y casi siempre por falta de una educación adecuada, la realidad es que nos cuesta cuidar de los bienes comunales.

En lugar de enseñarnos a considerar los elementos comunes de un edificio como motivo de orgullo colectivo y como creador de valor, los consideramos como un mero paso obligado hacia nuestra vivienda a los que tan solo le pedimos los mínimos indispensables.

Mínimos que en el caso del ascensor los establece la legislación, lo cual es una ventaja y un inconveniente. Una ventaja porque en teoría la ley recoge unas reglas de juego que son fruto de un pacto social y además tiene asociada un capacidad coercitiva para su cumplimiento. Un inconveniente porque generalmente las normas las tomamos como algo externo que nos viene impuesto. Acabamos cumpliéndolas por obligación y no por convencimiento propio.

Si los portales de nuestras viviendas todavía mantienen escaleras que son como muros para personas con movilidad reducida, ¿de verdad necesitamos que nos diga una ley de accesibilidad que hay personas que no pueden acceder y que por tanto tenemos que reformar?. La ley está bien, pero aún mejor es que desarrollemos empatía colectiva hacia personas con movilidad reducida.

Por poner otro ejemplo propio de la tragedia de los comunes, con cierta asiduidad vemos cómo, a pesar de los avisos de las empresas de mantenimiento del ascensor, las comunidades de vecinos no solicitan la realización de inspecciones periódicas obligatorias en sus ascensores. Estamos hablando en este caso de la seguridad de los pasajeros, ¿de verdad hace falta que el Estado adopte medidas de coacción para que se obligue a inspeccionar el medio de transporte en el que viajan diariamente los propietarios y sus familias? Pues sí, en algo tan básico como la seguridad, hacemos la vista gorda para probablemente ahorrarnos unos cuantos euros por propietario.

En efecto vivimos en una sociedad en la que desarrollamos poco la consideración hacia lo que es común a todos como por ejemplo el ascensor. Esto no es algo nuevo, pero debido a la tecnificación y a la limitación de recursos, las consecuencias de esa actitud son cada vez más graves.

La legislación y la amenaza de sanciones no son suficientes y hay que hacer más pedagogía. En el proceso pedagógico deben participar de manera muy especial las empresas que se dedican al cuidado y mantenimiento de los elementos del edificio. La dirección y los trabajadores de estas empresas son los primeros que en su día a día deben dignificar los elementos comunes, mediante consejos, propuestas de mejora, advertencias, reuniones de seguimiento…

También mediante la participación en organizaciones que promuevan iniciativas como el próximo Congreso por la Seguridad y la Calidad del Servicio de la actividad de instalación y mantenimiento de ascensores en Madrid.

Hoy mismo en una reunión de pymes ascensoristas que se celebrará en Barcelona hablaremos también de estos temas.

Cualquier esfuerzo es poco para crear una sociedad mejor, que finalmente acabe con la tragedia de los comunes.

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2 comentarios en “El ascensor o la tragedia de los comunes

  1. Nuevamente das en la diana, José María. El hecho de que el ascensor sea de todos (y no sea de nadie), además de la figura del presidente/a de turno de la Comunidad al que le cae un «marrón» que está deseando soltar, suma una serie de condicionantes que hace que a una instalación tan importante como es la del ascensor no se le preste la atención que necesita.
    Esperamos que poco a poco vaya calando este sentido de la responsabilidad entre todos.
    Saludos.

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