Es práctica habitual que las empresas incluyan en su página web, junto a la visión y a la misión, cuáles son sus valores. De hecho, los “valores” es uno de los bloques constructivos más importantes, sobre los que alzar un proyecto empresarial sólido.

El problema viene cuando los valores son vistos como un elemento ornamental, o un requisito para obtener puntos dentro de un proceso de certificación. Los valores que profesamos, que queremos promover entre los empleados y compartir con colaboradores han de ser valores sinceros.

Decidir cuáles son los valores de una empresa es un ejercicio laborioso al que merece la pena dedicar tiempo. Al igual que una persona con valores suele generar más respeto y confianza, con una organización pasa lo mismo, y todas harían bien en dotarse de un sistema de valores verdadero, dinámico y compartido.

No debemos incluir valores en nuestra web mediante el conocido método del “copia y pega”, sino reflexionar sobre los valores propios que queremos que guíen nuestra actividad y asegurarnos de que se practican en el día a día. Para hacerlos más cercanos y comprensibles, es deseable ir más allá de nombrarlos y realizar una especie de guía sobre la aplicación práctica de cada uno de ellos.

Además, para que los valores sean algo vivo y dinámico es bueno revisarlos periódicamente. En este sentido, recientemente participé en un webinar abierto organizado por EFQM (Fundación Europea para la Gestión de la Calidad) en el que expertos en el modelo EFQM  de Excelencia presentaron recomendaciones para la futura revisión del modelo. Es interesante analizar cómo actualizan los ocho conceptos fundamentales de la excelencia, también llamados valores de la excelencia, que pasamos a comentar a continuación, realizando nuestra propia traducción al español:

1. Añadir valor para los clientes. El título de este valor queda igual y se refuerza la importancia de entender las necesidades y expectativas de los clientes, así como entablar un diálogo abierto y transparente.
2. Crear un futuro sostenible. La recomendación es renombrarlo como Compromiso con la creación de un futuro sostenible.
3. Desarrollar la capacidad de la organización. La propuesta de nuevo nombre es muy significativa en este caso, Desarrollar la capacidad de la organización con Otros, queriendo favorecer la colaboración externa con otras organizaciones y el uso de nuevas tecnologías.
4. Aprovechar la creatividad y la innovación. Además de renombrarlo de una forma más contundente, Usar el poder de la creatividad y la innovación, en este valor se pide la adopción de estrategias de innovación que respondan con velocidad y agilidad a las oportunidades que surgen en el mercado.
5. Liderar con visión, inspiración e integridad. El nombre quedará igual, pero se refuerza la integridad de la organización y de sus actuaciones.
6. Gestionar con agilidad. También se recomienda dejar el título igual, aunque se pide identificar cambios y tendencias a largo plazo.
7. Alcanzar el éxito mediante el talento de las personas. En este caso, el título se puede quedar igual o renombrarlo Alcanzar el éxito con las personas. Se pediría más flexibilidad en las condiciones de trabajo, adaptarse a las necesidades y expectativas de plantillas en la que conviven diversas generaciones, promover el aprendizaje continuo y la transformación digital de la gestión de las personas.
8. Mantener en el tiempo resultados sobresalientes. No por ser el último es el menos importante, ya que es el que define mejor el propio concepto de la excelencia. En este caso, se recomienda el nuevo título Impulsar un rendimiento beneficioso predecible y a largo plazo y considerar los cambios disruptivos dentro del proceso de planificación estratégica.

Para los que no conozcan el modelo EFQM de excelencia, pueden descargarlo en este enlace del Club Excelencia en Gestión (CEG). Es una buena toma de contacto para iniciar, mantenerse o crecer en el camino de la excelencia, excelencia que de por sí puede ser un valor fundamental en toda empresa.

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