El otro día en clase, debatía con mis alumnos sobre la actividad de mantenimiento de ascensores y uno de ellos hizo referencia a un artículo muy interesante publicado hace unos meses, que habla de un alarmante incremento de ascensores fuera de servicio en Canadá. Los datos los toman de los rescates de personas que realiza el cuerpo de bomberos en distintas capitales de este país.

Se mencionan dos causas del empeoramiento. Por un lado, el envejecimiento del parque de ascensores que no son modernizados a tiempo. Por otro lado, aspectos estructurales de la industria, derivados de la adquisición de cuota de mercado por parte de las multinacionales, que realizan una progresiva reducción de precios y que compran las pequeñas empresas de servicios.

La reducción de precios y concentración del personal de mantenimiento lleva a que los técnicos dediquen menos tiempo a su labor. Hace 30 años, dice una de las fuentes citadas, un técnico mantenía de 35 a 45 ascensores por $1.000 al año y ahora un técnico mantiene unos 100 ascensores por $600 al año.

En otros países, el ratio de ascensores por técnico se sobrepasa con creces. Si bien hay que tener en cuenta las diferencias entre mercados, lo que parece obvio es que mientras menos tiempo se dedica al mantenimiento preventivo, más averías sufrirá un ascensor y que, mientras menos ingresos haya, más necesidad habrá de buscar reducciones de coste.

Continuando con el artículo, un propietario de pisos de alquiler responsabiliza de la situación a la consolidación de empresas en torno a una “oligarquía” que limita las opciones de elección. Añade que “las grandes empresas de ascensores no mantienen los ascensores tan bien como lo hacen las pequeñas empresas.”

Esta afirmación puede ser más o menos discutible, pero lo cierto es que, a diferencia de las grandes empresas, que tienen otras fuentes sustanciales de ingresos, la pequeña empresa basa su actividad en el buen cuidado de los ascensores que tiene en mantenimiento. Además las pequeñas empresas trabajan con menos presión por parte de los accionistas para obtener los ratios de rentabilidad.

Alguien puede argumentar que, gracias a los avances tecnológicos, los ascensores cada vez necesitan menos mantenimiento pero, de momento, en esencia los componentes siguen siendo los mismos y siguen sufriendo desgastes.

Los propietarios de ascensores, o los administradores de fincas en su nombre, deben colaborar con las empresas de mantenimiento y exigirles a todas, independientemente de su tamaño, que realicen las tareas de mantenimiento que sean necesarias para reducir las averías, para alargar la vida del equipo y, lo que es más importante, para evitar accidentes.

Evitemos que el cartel de “Fuera de Servicio” acabe extendiéndose por los ascensores de nuestras ciudades.

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